El ayudante de cámara (2015)
El ayudante de cámara (The Dresser) es una película dramática para televisión dirigida por Richard Eyre, director de Iris, Diario de un escándalo y Crónica de un engaño.
A pesar de la constante amenaza de los bombardeos en la ciudad de Londres durante la Segunda Guerra Mundial, el protagonista de una compañía de teatro (Anthony Hopkins), al que se le refiere únicamente como “señor” a lo largo de la película, decide seguir con la representación de El Rey Lear de esa noche.
Su ayudante de cámara, Norman (Ian McKellen), es además su amigo más fiel, y lo ayudará a seguir con el espectáculo cuando al “señor” más le fallen las fuerzas.
Es verdaderamente fascinante ver como estas dos grandes estrellas interactúan juntas. La relación que existe entre los dos protagonistas a pesar de sus diferentes personalidades es muy tierna, a la vez que cruel. Ian McKellen interpreta el papel de abnegado amigo y ayudante cuyo trabajo no se ve reconocido, lo que hace que su parte en el final de la cinta sea más emocionante y sobrecogedor.
Por otro lado, Anthony Hopkins se corona con una actuación que pone los pelos de punta de principio a fin. Despierta en el espectador unos sentimientos de amor/odio que sabe explotar de forma que lo deja emocionalmente exhausto, casi como su propio personaje. De este modo, la identificación entre personaje y espectador resulta inevitable en temas tan humanos como son la ansiedad, el miedo, el olvido, o la mortalidad.
Además de estar situada en un teatro, la dirección de la película recuerda a una representación teatral, con tomas largas, sin muchos cortes, y en un espacio reducido y limitado.
Es verdaderamente fascinante ver como estas dos grandes estrellas interactúan juntas. La relación que existe entre los dos protagonistas a pesar de sus diferentes personalidades es muy tierna, a la vez que cruel. Ian McKellen interpreta el papel de abnegado amigo y ayudante cuyo trabajo no se ve reconocido, lo que hace que su parte en el final de la cinta sea más emocionante y sobrecogedor.
Por otro lado, Anthony Hopkins se corona con una actuación que pone los pelos de punta de principio a fin. Despierta en el espectador unos sentimientos de amor/odio que sabe explotar de forma que lo deja emocionalmente exhausto, casi como su propio personaje. De este modo, la identificación entre personaje y espectador resulta inevitable en temas tan humanos como son la ansiedad, el miedo, el olvido, o la mortalidad.
Además de estar situada en un teatro, la dirección de la película recuerda a una representación teatral, con tomas largas, sin muchos cortes, y en un espacio reducido y limitado.
La película estuvo nominada a los Globos de Oro a la mejor película para televisión, y a los BAFTA a mejor diseño de vestuario, peluquería y maquillaje.
- Valoración: 8/10
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